viernes, 6 de enero de 2012

Se nos acaba la buena suerte


En un seminario organizado por PRISMA en diciembre pasado, el Lic. Gabriel Loza, ex presidente del Banco Central de Bolivia, señalaba que para evaluar el desempeño de la economía boliviana en estos últimos años, había que considerar tres factores: la buena suerte, los cambios estructurales y las buenas políticas ejecutadas por el Gobierno.

Con ese mismo marco de referencia es interesante analizar lo que nos deparará el futuro.  La buena suerte está referida a la coyuntura internacional que ha sido extraordinaria para los países productores de materias primas y alimentos.  La pregunta del millón es, si esta coyuntura favorable continuará en el futuro inmediato y la respuesta parece ser negativa.

Efectivamente, los pronósticos de casi todas las instituciones financieras y de los analistas económicos a nivel internacional, prevén una altísima probabilidad de que tanto la economía norteamericana como la europea ingresarán en un período de recesión y que la economía china se enfriará debido a que sus mercados de exportación se contraerán significativamente y su mercado interno, todavía no tiene la capacidad de sustituir a Estados Unidos y Europa.  Adicionalmente, se le avecina una crisis financiera por su imposibilidad de sostener por mucho tiempo más, la burbuja inmobiliaria que ha crecido peligrosamente en los últimos años.  Todo indica que la economía china experimentará un duro aterrizaje (hard Landing) a más tardar, para los años 2013 o 2014.  

Es probable que el precio internacional del petróleo se mantenga en el orden de los US$. 90 por barril, lo que implica que aunque los ingresos por la venta del gas boliviano se mantendrán, el costo del subsidio a los carburantes será muy elevado  si es que no se reajustan los precios en el mercado interno. 

En lo que se refiere a los precios de los minerales, se estima que éstos tenderán a la baja.  El oro continuará con una cotización alta, pero volátil hasta que los mercados recobren la confianza en las políticas económicas de EE.UU. y Europa.

En el corto plazo, no se prevé una mejora en los precios de la soya ya que la producción en Brasil en la pasada gestión, fue significativamente mayor a  la prevista y la demanda internacional fue inferior.

Por lo tanto, hacia futuro no se puede confiar demasiado en la buena suerte, lo que nos lleva a analizar las bondades de la política económica ejecutada en el país.  Las buenas políticas son aquellas que permiten lograr los objetivos deseados.  Si lo que se buscaba era el crecimiento de las reservas internacionales; superávit fiscal; superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos; bajos niveles inflacionarios y crecimiento económico, al parecer estos resultados se lograron más por la buena suerte que por la calidad de las políticas económicas implementadas.  El control de la inflación, por la vía de la apreciación del Boliviano, ha tenido éxito, aunque al mismo tiempo, le ha restado competitividad a la producción nacional que no puede competir con los productos importados que son más baratos debido al tipo de cambio.  Si lo que se buscaba era el desarrollo productivo, elevadas tasas de crecimiento y la generación de empleo, las políticas ejecutadas hasta ahora, no han sido precisamente las mejores.  La inversión privada nacional y extranjera como porcentaje del PIB, ha sido modesta comparada con la de Chile o Perú, lo que explica una mayor tasa de crecimiento en esos países.  Pero aún más grave, la tasa de crecimiento económico y los niveles de inversión en el país no han sido suficientes como para generar el empleo estable y de calidad para la cantidad mano de obra que ingresa anualmente al mercado laboral.  Sólo con empleo estable y de calidad se asegura de manera estructural que la disminución de la pobreza pueda ser sostenible en el tiempo.  No obstante, se debe reconocer que se ha logrado disminuir los niveles de pobreza, gracias a la política de bonos del gobierno.  Más del 70% del empleo se genera en el sector informal de la economía que se financia, en gran medida, con recursos provenientes del circuito coca-cocaína y de las remesas que realizan los bolivianos que emigraron a Europa, EE.UU. y Argentina en busca de mejores oportunidades de vida. 

Es evidente que el sector de la construcción de bienes inmuebles ha mostrado un  enorme dinamismo, aunque ello se debe a las tasas reales negativas de interés (la inflación es mayor que las tasas de interés que se paga al depositante, es decir, que los ahorristas les pagan a los bancos por ahorrar) lo que ha provocado que la gente prefiera invertir en bienes inmobiliarios con la esperanza de que el alquiler sea mayor a las tasas de interés que ofrecen los bancos.  En el corto plazo, esto es así, aunque paralelamente se está generando una burbuja inmobiliaria que explotará en algún momento, con graves consecuencias para el sistema financiero nacional.

Cuando se analiza la composición del Producto Interno Bruto por el lado del gasto, se observa con nitidez que el modesto crecimiento de la economía boliviana (comparado con el de Perú, por ejemplo) se ha dado como consecuencia del consumo de los hogares.  Este tipo de crecimiento sólo es sostenible en el tiempo, si es que se mantienen a) los recursos que genera el circuito de la coca-cocaína, b) las remesas del extranjero, c) el dinamismo del sector inmobiliario que genera empleo y la sensación de riqueza en un determinado sector, debido al aumento de su patrimonio, por efecto del alza de los precios de la vivienda y d) por los bonos que el gobierno distribuye entre la población.  Aunque no se puede dejar de mencionar que la política de bonos del gobierno ha contribuido a mejorar  coyunturalmente la distribución del ingreso y a disminuir los niveles de pobreza del país.

La caída de los precios de las materias primas; la presión de Brasil para reducir la actividad del circuito coca-cocaína; la inexistencia de un fondo de estabilización, como el que tiene Chile a partir de las exportaciones de cobre; la necesidad de aumentar las tasas de interés para mantener la estabilidad del tipo de cambio; el gasto excesivo en la subvención de los carburantes; la necesidad de crear un impuesto progresivo a la renta de personas; la recesión europea y norteamericana por citar algunos factores, plantean serios retos a la imaginación del gobierno para definir políticas económicas adecuadas que permitan disminuir la pobreza de manera sostenida, mejorar la distribución del ingreso y construir una sociedad más justa.

Finalmente, los cambios estructurales.  La “nacionalización” de la industria petrolera y la reactivación de COMIBOL todavía no muestran resultados.  La exploración es muy modesta y no se han generado aumentos relevantes ni en  la producción hidrocarburífera, ni en la minera.  El crecimiento en el valor de las exportaciones se explica fundamentalmente por el aumento de los precios y no así por el volumen exportado.  

El sector de la generación eléctrica, que fue uno de los rubros más eficientes de la economía boliviana en los últimos años, está en crisis.  La falta de inversiones en el área de la generación, agravado por la ineficiencia de la gestión de ENDE, ha puesto en riesgo el suministro normal de energía eléctrica perjudicando al sector minero y al industrial.  

La inversión privada nacional en el sector productivo no ha logrado despegar pese a la disponibilidad de recursos para el crédito barato en el sistema bancario.  Ello se explica por la incertidumbre de las reglas de juego, especialmente las referidas a aquellas que protegen la propiedad privada y aseguran la ejecución de los contratos. 

Los nuevos magistrados, todavía no han tenido tiempo para demostrar que serán capaces de construir un sistema judicial eficiente e independiente y mientras no lo hagan, los agentes económicos no estarán dispuestos a asumir riesgos importantes.

En síntesis, se está acabando la buena suerte y, por lo tanto, es necesario definir políticas económicas adecuadas y que se reviertan las ineficiencias que ocasionaron los ajustes estructurales en la economía boliviana.

1 comentario:

  1. Felicito a Herbert por su aporte y con mucho gusto apoyaremos el diálogo sobre sus valiosas apreciaciones.
    Fernando Salcedo

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